“Nos dimos cuenta de un caso donde la progenitora estaba pasando por una situación muy ruda, muy difícil, no podía, estaba buscando muchas cositas para Thiago, desde ropa, medicamentos y comida. Nos contaron que ella buscaba darlo en adopción y fuimos a hablar con ella, en una tarde. Nos contactamos con ella, nos vimos en un parque, en una zona pública y conversamos por una hora.
“Hablamos del caso de ella, de Thiago y a ella le gustamos. Ya había hablado con otras parejas y no le agradaban mucho. Nosotros sí y ese mismo día organizamos cuándo ir al PANI a preguntar el proceso de adopción. Nosotros fuimos con la ilusión de preguntar cómo se comenzaba y ese mismo día nos dieron a Thiago”.
Jonathan Alfaro lo dice sin pensarlo dos veces: la adopción de su hijo fue de un momento a otro. Ocurrió en el 2019, cuando el bebé tenía apenas dos meses de nacido. Él y su esposa, Idannia Arce, no sufrieron por papeleo ni mucho menos por una larga espera. Su hijo llegó cuando menos lo esperaban, pero cuando más lo necesitaban.
Para poder adoptar a Thiago, hoy de 3 años, esta familia no necesitó hacer un extenso trámite por medio del Patronato Nacional de la Infancia, sino que utilizó la figura de adopción directa.
Esta se da cuando una mamá no quiere hacerse cargo de su hijo y accede a entregarlo a una familia. El trato se cuaja a lo interno de las partes, por lo que inicialmente no hay intervención del PANI. Cuando todo está claro, simplemente se acercan al juzgado para legalizar la adopción.
Idannia describió: “La adopción directa para nosotros fue una bendición, porque lo pudimos tener de una vez. No tuvimos que esperar a, primero, el papeleo y después el niño. Aquí fue al revés”.
La historia de Idannia y Jonathan es solo una de las decenas de adopciones directas que se dan en el país por año. El Patronato calcula que cerca del 50% de los procesos adoptivos que se tramitan en los juzgados corresponden a este tipo de adopciones, mientras que la otra mitad obedece a trámites procesados de principio a fin en el PANI.
Justamente ese porcentaje alarma al Patronato, ya que si bien hay gente como Idannia y Jonathan, hay otras personas que pueden hacer de estas adopciones, un negocio ilícito, en donde cobren dinero a cambio de entregar incluso recién nacidos.
Es por ello que, inclusive, el Comité de Derechos del Niño pidió a Costa Rica en el 2020 que eliminara este tipo de adopciones por el riesgo inminente que representan. Sin embargo, esto no está ni cerca de discutirse a nivel legislativo, ya que cuando el PANI lo intentó en el 2012, no tuvo buen recibimiento. Y ahorita no hay ningún proyecto sobre esto.
Jorge Urbina, del departamento de Adopciones del PANI, señaló: “Cuando tiene esos procesos que no están normados, siempre hay posibilidad de que alguien encuentre nicho para tener un beneficio en el marco de este tipo de procedimientos. (…) Desde la perspectiva del niño, esa decisión de los progenitores habría que ver hasta dónde realmente responde a una protección bien sustentada y bien fundamentada. No hay familias previamente valoradas, preparadas, no hay proceso de selección técnica, poco hay de adoptabilidades de los niños, porque son recién nacidos”.
Límite entre lo legal y lo ilegal
Entonces, ese trato al hacerse en privado, podría en algunos casos caer en lo ilegal y pasar, así, de ser una adopción directa a una adopción irregular, que es penada con cárcel. Si bien en Costa Rica, esto no es muy común, el PANI indicó que sí han denunciado actos irregulares ante las autoridades.
Urbina detalló: “En algunos momentos hemos denunciado sobretodo intermediaciones, donde aparece alguien que se le ocurre ser intermediario y que buscan señoras embarazadas y también familias. Esa es una función constitucionalmente reservada para el PANI y cualquier intervención es irregular”.
En cuanto a esto, la Fiscalía contra la Trata de Personas y el Tráfico Ilícito de Migrantes comunicó que de enero a octubre del 2020 ingresaron únicamente cuatro causas y que, al menos por el momento, no se ha detectado que exista alguna banda dedicada a estos negocios, sino que son hechos aislados.
Eugenia Salazar, Fiscala Adjunta, explicó: “Todas las investigaciones por el delito de trata son complejas y la dificultad también se relaciona con las características propias de cada caso. Por eso, cada uno es abordado de una manera diferente”.
La dificultad para probar el ilícito es grande, ya que es fundamental establecer que el “consentimiento” de la progenitora estuvo viciado; es decir, que esta fue amenazada, coaccionada o porque hubo engaño, fraude, violencia física, abuso de poder o sufre una situación de vulnerabilidad.
Pese a la dificultad que representan estas investigaciones, Salazar indicó que hay un expediente con señalamiento a juicio para este 2022. Sin embargo, no refirió más detalles sobre el asunto.
La peligrosidad de este tipo de adopciones es clara para los conocedores de esta materia. Y es por ello que algunos hacen lo propio para intentar, al menos, paliarla.
Es el caso de la jueza de Familia y magistrada suplente de la Sala Segunda, Maureen Solís, quien en el 2019 promovió un proyecto de ley para permitir la adopción anticipada, con lo cual, a su criterio, se “mataban” esos otros procesos.
Este consistía en que una mujer embarazada que no quiere abortar, pero que tampoco quiere cuidar del bebé, tuviera la posibilidad de vincular al ser en gestación con una familia adoptiva. Eso sí, la adopción como tal sólo podía realizarse una vez el bebé haya nacido y siempre que la mujer continúe con su decisión en firme. En caso contrario, el proceso quedaba anulado.
Solís ahondó: “Es el PANI el encargado de evaluar a la familia y conocer porqué no quiere hacerse cargo de la criatura. Si es por condiciones de vulnerabilidad el estado debe ayudar, pero si es por otras situaciones y si todo está en orden, se hacen los trámites antes de que nazca”.
Sin embargo, no tuvo buena acogida y en febrero pasado se archivó.
“Con la adopción anticipada se mataban las adopciones directas, se caía el negocio que representa para algunas personas y quizás de ahí la posición de algunas personas. Esto combatía el apropiarse y valerse de condiciones de vulnerabilidad de una mujer para apropiarse de un niño recién nacido”, consideró Solís.
Papás de un día para el otro
Más allá de los cuestionamientos que pueden existir con relación a la adopción directa, Idannia y Jonathan siempre defenderán esa figura porque les hizo tener la “suerte” de ser papás, literalmente, de un día para el otro.
Idannia recordó esa experiencia: “Tuvimos dos intentos en el mismo año y los dos terminaron en pérdida: una fue en mayo de 18 y noviembre 18. Entendí el mensaje de que no se iba a poder así. Entonces le dije a mi esposo: ahora somos usted y yo y parece que solo vamos a ser usted y yo (…) Empezando el 2019, valoramos esa opción del PANI, lo hablamos pero la conversación no avanzó. Ese año, en marzo, nos casamos, nos fuimos de luna de miel y a la semana nos dimos cuenta de Thiago. Contactamos a la señora. No pensamos que fuera tan rápido, sí lo valoramos pero fue una conversación de un día, nos fuimos a hacer trámites y, cuando menos lo esperamos, llegó Thiago.))
Han sido momentos principalmente hermosos, aunque admiten que, al principio, fue un reacomodo importante ya que ese mismo día tuvieron que salir a comprar todo lo que necesita un bebé. Así como también decidir quién estaría a cargo del cuido de Thiago.
En paralelo a esa nueva labor, Idannia y Jonathan tuvieron que emprender los trámites legales para hacer efectiva la adopción. El PANI les dio tres meses para poner todo en regla y así lo hicieron.
Ya la familia se iba acomodando al nuevo integrante de la familia, sin embargo, un nuevo hecho los sacudió: diagnosticaron a Thiago con parálisis cerebral. Fue una noticia dolorosa en un principio, pero luego tomaron fuerzas para ayudarlo a salir adelante.
Aunque admiten que a veces es difícil, Arce asegura que todo cobra sentido cuando lo ven: “Él es la vida de nosotros, es la persona por la que nos levantamos a trabajar todos los días, es la persona que nos hace reír, que nos saca alegrías, que nos hace sentir el corazón así de grande, es la personita que nos gusta estar viendo. Thiago es todo. Nosotros como pareja siempre nos hemos llevado bien, pero cuando Thiago llegó fue otra cosa”.
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Una infancia que no se le desea a nadie
La vivencia de un doble rechazo