Cinco temporadas necesitó Pep Guardiola para conformar un equipo que le permitiera al Manchester City pelear la Liga de Campeones de Europa por primera vez en su historia. Pero el alemán Thomas Tuchel, quien llegó al Chelsea apenas hace cuatro meses, le apagó la ilusión.
El triunfo de los blues es un poco sorpresivo por muchas razones: primero porque en ningún momento del certamen fueron favoritos, pero además por el poco tiempo del entrenador teutón al frente del conjunto de Londres y porque Guardiola ha gastado mucho dinero en fichajes con el fin de ser el mejor de Europa.
Antes de la final el City no había perdido; tuvo un camino asombroso con once victorias y solo un empate. En doce juegos solo recibió tantos en cuatro.
La forma en que lideró la Premier League aumentaba su cartel de favorito. En el certamen inglés fue campeón con doce puntos de diferencia sobre el Manchester United, 17 más que el Liverpool y 19 más que el Chelsea. Además fue el más goleador y el menos goleado.
Pero en la final de la Champions el Chelsea de Tuchel fue más, de la misma forma que en los dos compromisos anteriores, en lo que el alemán le ganó la partida al español, primero en la semifinal de la FA Cup y luego en Premier League.
Es el primer título de Champions para Tuchel, que en la temporada pasada llegó a la final con el Paris Saint Germain, la cual perdió ante el Bayern Múnich. Es la segunda orejona que estará en las vitrinas del Chelsea, que se suma a la conseguida en el 2012.
Una copa con mucho mérito de Tuchel, pero en el que pesó mucho la calidad de su planilla. El tanto de la victoria fue del alemán Kai Havertz, un volante ofensivo de apenas 21 años y que fue el fichaje más caro en el mundo para esta temporada que finaliza. Havertz suma 12 juegos en la competición y solo un gol, el del título.
Además del alemán, el atacante británico Mason Mount fue figura. Él originó las principales ocasiones de peligro y fue un dolor de cabeza para la zaga del City.
Pero el hombre del que todos hablan es N’Golo Kanté. El volante francés de 30 años se volvió a comer al rival con un gran despliegue físico, anduvo por toda la cancha robando balones e incomodando al oponentel. Kanté corrió 12 km en la final y recuperó diez balones.
Campeón del Mundo con Francia y la Champions con el Chelsea, Kanté fue vital en la final para que su equipo echara abajo las ilusiones de Pep Guardiola y del City, que en cinco años gastaron cientos de millones para alzar la Orejona, algo que no ha podido ser.